Un niño Montessori

“Los inventos, que sean prácticos o mejoren algo”

Con 11 años, ganó un Diamond con un molino de viento con placas solares

Cuando durante la cena de gala de la feria de inventos British Invention Show, en Londres, Eudald Vehí (Girona, 2000) escuchó su nombre entre el de los premiados con el Diamond Award se quedó “petrificado”. De eso hace solo tres meses. Con solo 11 años acababa de ganar uno de los cuatro premios que reconocen a los inventores más importantes del mundo. “¿Eres consciente de lo que acabas de ganar?”, le felicitaba un montón de gente en inglés. “No lo era, pero estaba muy contento”, dice él entre sorbo y sorbo de cacaolat. Lo increíble es que el jurado no sabía que el autor tenía 11 años, porque el certamen obvia la edad del inventor.
Todo empezó durante las vacaciones de Navidad del año pasado. La tía de Eudald se lo llevó a él y su primo de excursión a Barcelona. Decidieron visitar el Miba, el Museo de Ideas e Inventos de Barcelona. Tras la visita, el centro ofrece a los niños la posibilidad de pensar y dibujar un invento. Eudald ideó un molino de viento en el que las aspas llevan incorporada una placa solar. “Todo el mundo pensó en inventos para resolver sus problemas, yo opté por conseguir energía sin contaminar en una sola instalación”, explica.
El invento fue seleccionado entre los tres mejores de ese mes por el Miba y luego el museo se llevó los 30 artefactos ganadores del año a la feria del British Invention Show. La familia pudo organizarse para viajar tres días a Londres. Eudald repite como un mantra la frase que memorizó en inglés para responder a todo aquel que le preguntara por su invento: “My invention combines two green energies. Solar and wind in a simple device. The solar turbine [mi invento combina dos energías, solar y eólica en un solo aparato, el molino solar]”.
Cuenta el padre de Eudald, Josep, mientras el chico se zampa un chucho de crema, que esto de cacharrear no es nuevo para su hijo, que ha elegido el café del parque del Migdia para la entrevista. “Cuando tenía cuatro años, una noche nos dijo que necesitaba un martillo para arreglar no sé qué”, relata entre risas. “Siempre ha tenido un pensamiento ingenieril, de buscar soluciones”, asegura el padre, que es ingeniero. “¡No tengo nada que ver, no estaba en el museo!”, bromea Josep. Quizás también le ha ayudado la escuela Montessori, donde estudia. “Es buena para su forma de ser, es un aprendizaje que permite que cada estudiante vaya a su ritmo, con objetivos por ciclo”.
Eudald resta importancia al invento y al premio. Tanta que ni siquiera lo explicó en clase. Ahora su profesora sí lo sabe y prepara una presentación mientras muestra el prototipo que ha fabricado el taller Bermac. El prototipo y la inscripción de la patente por parte de la agencia J. Isern son los dos premios que se ha llevado Eudald además del de la feria de Londres. A la hora de valorar un invento, se muestra de lo más práctico.
Aplaude las casas, los paraguas “porque no se moja la mochila” y las sillas. “Inventar está bien, pero tiene que ser práctico o mejorar algo”. Con el premio ya en el bolsillo, el jurado de Londres explicó a Eudald algo que no sabía: que las placas solares cuando se recalientan pierden eficiencia, por lo que su Solar Turbine, al ventilar las placas, es un fantástico invento. Ahora falta que les llame alguien para fabricarlo.

No hay comentarios: