Foto tomada de la casa de Maria Montessori en Holanda.
Cuando además del oído, se hubiese acostumbrado a todo el cuerpo, a las vísceras, a los músculos, a vibrar con los sonidos de las campanas sabiamente provocados, y se hubiese establecido una especie de paz en todas las fibras del cuerpo de los niños, entonces sentirían mejor la áspera y estridencia de ciertos ruidos y los rehuirían como rehuye los sonidos disonantes un oído que ha recibido una educación musical."
(...) "Después de de los ejercicios de discernir los sonidos de las campanas, se trata de enseñar el ritmo, es decir, es decir, de enseñar a mover de un modo tranquilo y coordinado aquellos músculos que antes vibraban en la paz de la inmovilidad. (...) Un instrumento simplificado de cuerda, por el estilo del arpa o de la Lira sería lo más conveniente. La Lira es tan clásica como la campana o el tambor. Es el instrumento de la vida íntima individual.
La maestra, que inclinándose hacia los niños que la rodean, dejando les libres en sus manifestaciones naturales, tocase pocas cuerdas siguiendo un ritmo sencillo, establecería una íntima comunión espiritual con sus almas. Y sería todavía mejor si ella cantase dejando a los niños la entera libertad de seguirla o no."
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