La maestra debe cuidar del ambiente que se crea en la clase. La clase debe estar siempre limpia y muy ordenada.
“En el aula los materiales se disponen ordenados al alcance de los niños, evitando así la confusión y facilitando la concentración, el interés y creando el sentido del orden en el niño.” ( Maria Montessori, El secreto de la infancia)
La maestra debe crear algo casi “espiritual” en el ambiente del aula, cada objeto deberá de tener un valor “casi mágico”. La maestra debe transmitir al niño un fuerte deseo de aprender con respeto. Debe respetar a sus alumnos y a sus necesidades. Será el alma del ambiente de la clase. Sus palabras deben de ser precisas, su entonación correcta, y sin palabras innecesarias.
Enseñar al niño como manipular cada objeto:
Con dulzura (casi magia) enseña el uso de cada objeto del material de forma simple, breve y directa. Sin palabras innecesarias.
Los premios no son necesarios. El hecho de haber aprendido algo, conseguido un ejercicio es en sí un premio muy valioso. El niño tiene que desarrollar el gusto por el aprendizaje en sí mismo y no porque le espera un premio.
Estar muy atenta a la relación entre el ambiente y el niño.
Cada material debe de estar a la altura y libre disposición del alumno. Es necesario que la maestra deje libertad al niño en su elección del material, y observando al niño, decidirá si es necesario o no intervenir para guiarle. Interferir siempre y señalarle sus errores significa contribuir a crear una inseguridad en el niño.
Observar al niño y estar atenta a sus periodos sensitivos.
La observación de los niños es un instrumento precioso y muy valioso que permite entrar en sintonía con ellos, y entenderlos para poder responder a las manifestaciones de sus necesidades. Por ejemplo: si un niño empieza a agrupar y asociar colores, podemos empezar a enseñarle los nombres de los colores.
Está concentrada en lo que hace.
Es importante que la maestra acabe la demostración del material que presenta a su alumno sin interrupción. Esto se refiere a todo el proceso, desde que lo coge de la estantería hasta que lo devuelva a su sitio.
Nunca levantará la voz más de lo necesario.
Si un niño molesta a los demás, la maestra se levantará y se acercará hasta el alumno que está perturbando el ambiente de la clase. No entra dentro de esta pedagogía levantar la voz, gritar a toda la clase molestaría y desconcentraría a los demás alumnos.
Respetará la labor de los alumnos:
Si un niño esta utilizando el material de otra forma que la demostrada por la maestra, no intervendrá, pero dejará al niño experimentar con el material y observará todos sus descubrimientos. (Es una demostración de su madurez). Más adelante podrá enseñarle otro material más adaptado a las necesidades del niño. O, si es necesario otro día volverá a enseñar la forma determinada de utilizar dicho material. Intervendrá únicamente si el niño daña el material, puesto que puede dañarse a si mismo o a un compañero e incluso molestar a los demás.
Respetará el reposo del niño:
Si un niño se para en su actividad o no escoge ningún material, la maestra deberá observar sin intervenir para entender el motivo de este descanso.
Un niño que observa el trabajo de sus compañeros es un niño que aprende.
Respetará el trabajo de los niños sin señalarles sus errores:
El adulto tiene el instinto de siempre corregir los errores. Y por esto, interrumpe súbitamente el trabajo de los niños para corregirles .
Si un niño se equivoca, es a través de la repetición y del control de errores que se podrá corregir sin dañar su sentimiento de auto-estima. Si la maestra le corta en medio de su trabajo para decirle que lo ha hecho mal, el niño perderá todo su entusiasmo principal en querer aprender.
En caso de una equivocación continua, la directora Montessori volverá a presentar el material al niño desde el principio hasta el final.
Texto escrito con la colaboración de Marcella, Costanza Buttafava y Celine Hameury.
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