El verdadero amor, es enseñar a volar y dejar libertad para que este vuelo se haga cada vez más alto. Y no convertir los hijos/ alumnos en esclavos sedentes de amor, condenados a esperar pruebas de amor como si de una recompensa se tratase.
El amor no tiene ni barreras ni fronteras, no tiene limites. Es como una energía que trasciende.
A su vez, un profesor, al amar la vida, la TIERRA, ama a sus alumnos, ama la vida que está germinando en los corazones de los niños. Y ayuda a cada semilla a convertirse en un árbol poderoso con sus raíces fuertes y seguras y sus ramas cada vez más altas a la búsqueda de la luz y la verdad; a la constante búsqueda de la armonía perfecta entre la Madre Tierra y sus habitantes.
Texto escrito por Céline Hameury el día 26 de julio 2017
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