Atraídas por el soplo del viento, por el susurro de un ángel, las almas se encuentran al rededor de la torre rosa para volver a encontrase. Segundo a segundo, la cáscara dura de la mente se derrite para dejar paso a la frágil y suave luz del alma de la Niñez.
Afloran las emociones y tales la marea inundan poco a poco las arenas secas de la rutina para dejar de nuevo un cuerpo Fértil y acogedor, abierto a la vida, a sus oleajes y a sus caprichos. Tal un recién nacido que sin conocer aún el miedo, se afronta al túnel obscuro y estrecho que le brinda paso a un nuevo comienzo.
Un mimo al alma, un renacer, un abrazo de luz, eso es la descripción que hacen las mujeres y hombres que descubren en mis cursos Montessori la magia de volver a ser niños y niñas el tiempo de un fin de semana.
Escrito por Céline Hameury el 26 de febrero 2018
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