Enseñar sin reprimir

(Maria Montessori, de la X Conferencia en el XV Curso Internacional, Roma 1930)

Cuando digo: "en nuestros colegios no se enseña, es el ambiente el que lo hace todo" quiero decir que hay que entender la palabra "enseñar". No es verdad que la maestra nunca enseñe y que el desarollo del niño en el ambiente ocurra como una reacción química entre dos elementos: puesto en nuestro ambiente se educa automáticamente.
No es así. El adulto enseña y mucho. (...). Enseña más que en otros métodos, porque lo enseña todo, mientras que normalmente se enseñan pocas cosas.
Sólo que no enseña en el sentido comúnmemente entendido de hacer aprender algo al niño. Para llegar a este fin, la maestra (de las otras escuelas) tiene un arte a través del que se puede transmitir el conocimiento atrayendo la atención del niño o bien utiza las lisonjas del premio y las amenazas del castigo. El niño tiene que aprender la cosa - una poesía, un trabajo que ejecutar - como el maestro se la da y sólo entonces éste se queda satisfecho.
Esta enseñanza que se impone con fuerza en el niño, no la hay en nuestra escuela. En este sentido no enseñamos, presentamos, dando siempre al niño la posibilidad de ver por sí mismo el éxito de su acción: cómo se transporta una silla (sin hacer ruido), cómo se derrama el agua en un vaso (sin desparramarla), cómo se barre (sin que quede sucio). El gusto por hacerlo bien se une a la necesidad de exactitud y todo esto con el control del error que puede hacer el mismo niño.

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